jueves, 28 de febrero de 2013

Manifiesto póstumo de Charles Chaplin


 

¿Saben?, siempre me ha resultado inquietante el afán atomizador de los seres humanos. Toda una tradición, la humana, rastreando entre los entresijos, en las vísceras de la naturaleza lo indivisible, la unidad, lo concreto. Todo ello, por el progreso humano. Y a decir verdad estoy más de acuerdo con los que piensan que no existe un conocimiento neutro, desinteresado, puramente científico. Creo con ellos, que en todo conocimiento hay una voluntad, un interés de control, de dominio de la naturaleza.
  
Ya sabrán que da miedo la enormidad, el desamparo. Pero fíjense que paradoja. A estas alturas de la historia humana nos encontramos en un estado global, unidos por una red de redes, por un sistema que aboga por un esperanto, una ciencia, una economía, una cosmovisión… La aviación y la radio nos han acercado los unos a los otros. La naturaleza misma de estos inventos requería la bondad del hombre y reclamaba una fraternidad universal para la unión de todos. ¡¡Sin duda, una Torre de Babel líquida que se nos escapa entre los dedos!!.

Estos “Tiempos Modernos” nos están dejando desamparados, desintegrados, sólos, incomunicados, hay quienes gritan “donde nadie oye mi voz”. Operarios dentro de la gran maquinaria desde donde nos increpan con eslóganes como el   “¿qué puedes hacer por tú por tu país?” haciéndonos responsables de nuestro puesto de mando sin saber qué produce la Gran Empresa, sin saber quién es el “Gran Dictador”. 

Yo también siento nauseas ante todo esto. Ya se sostuvo que el bagaje histórico, que la lógica del capitalismo tardío se sostenía sobre dos patas; la técnica y la mercancía. Ambas patas ancladas en el paradigma de la ciencia positiva, que sólo valora, sólo da rango de real a lo que se puede medir, pesar y contar y eso sin duda es un reduccionismo interesado. ¡Ya ven! sistemas educativos al servicio de la instrucción de este dogma. Sin duda para no tomar conciencia y no poder cuestionarlo. Me recuerda a los elefantes circenses que se les ata a una pequeña estaca al suelo, desde cachorros, y por costumbre, desconocimiento y no tomar conciencia de su fuerza al ser adultos ya ni siquiera lo intentan. La verdadera realidad es de la que somos conscientes. ¡¡Tenemos más necesidad de espíritu humano que de mecanización!!. La verdadera fuerza humana es la conciencia colectiva, por eso nos atomizan, nos deshumanizan. Sin duda; de la conciencia nace la verdadera libertad.

Yo soy un autor cómico porque considero que la vida ha de ser vista como chiste, una gracia, una comedia. Hay algo más determinante que la muerte, la vida, y no es sino porque con ella se nos da la muerte. La vida es una huida del presentimiento trágico del horror ante la muerte, de la nada. Buscamos emociones, sensaciones, queremos escapar del horror. Creo firmemente que es con la risa como descodificamos los miedos, los horrores del subconsciente. La risa nos hace consciente de la vida, de lo absurdo de la vida, de lo esperpéntico de la vida a través de la relación empática con el público haciéndonos conscientes unos a través de los otros, publicándolo, haciéndolo público, haciendo cosa-pública, haciendo república, ¡¡del pueblo y para el pueblo!!. Por eso juzgo al progreso  de la ciencia como lo he hecho antes. Como una herramienta al servicio del dominio y control. ¡¡Dividamos y ganaremos!! Gritan algunos. ¡¡ que se odien y ganaremos!! Gritan otros. Yo digo que ese es su miedo, nuestro amor. Ése es el verdadero progreso humano. Algún día la paz y la concordia serán nuestras cadenas. ... ¡¡uníos todos!! ¡¡Luchad por un nuevo mundo!!.
   





     
         






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